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El localismo (fractal) como remedio a la polarización política

Localismo fractal

Nuestros poliloquios no viven solamente en este blog. Los autores seguimos cruzando nuestras espadas en otros espacio y, como no, uno de ellos tiene que ser twitter.

Hace unas semanas mi compañero de blog, Manuel Osuna, reaccionó al siguiente tweet de Juan Rallo (quien a su vez reaccionaba a un tweet de su Santidad el Papa Francisco):

En ese momento tercié en la conversación señalando que velar por el interés propio no es sinónimo de egoísmo. En efecto, según la Real Academia de la Lengua:

Es decir, el amor a uno mismo es condición necesaria pero no suficiente para el egoísmo. Para ello es necesario, además, que ese amor a un mismo se ejerza de manera superlativa, hasta el punto de no importar las consecuencias que ello tenga para las demás personas.

Pero esto no bastó a mi colega Manuel Osuna; para él perseguir el interés propio es intrínsecamente negativo para la sociedad y condena a una parte de la sociedad a una suerte de ostracismo social.

A mi me cuesta pensar que eso pueda ocurrir siendo, como muestran tantos indicadores, una sociedad particularmente solidaria con los demás:

Tampoco Manuel parece estar el todo de acuerdo con mi afirmación. Para él solo los más próximos son capaces de tener una cierta empatía con quienes atraviesan dificultades y, por tanto, se nos debe obligar a todos los ciudadanos a ser solidarios aun en contra de nuestra voluntad.

Yo sigo sin estar totalmente de acuerdo con él. Si bien yo mismo indico que las personas tendemos a sentir empatía, en primera instancia, por las personas que nos son más próximas, las donaciones de sangre, de órganos, la reacción ciudadana ante catástrofes de diversa índole etc. me reafirman en mi impresión sobre la capacidad generalizada para la empatía.

Y añado: es precisamente la imposición la que limita la solidaridad natural y espontánea de la personas.

Y aquí es donde llegamos al final del camino. Unos quieren un Estado fuerte para que el dinero de los impuestos llegue a todo el mundo. Otros, en cambio, pensamos que un Estado fuerte es la peor forma de ayudar a quien se lo merece porque no hay burócrata en la historia que haya encontrado la forma adecuada de caracterizar quien merece realmente una ayuda y porque, además, la propia burocracia entraña enormes ineficiencias en su reparto.

Pero, ¿realmente nuestras posiciones están tan distantes?. ¿Son nuestras posiciones tan irreconciliables como puede parecer al leerse este intercambio?. Yo creo que no, aunque para resolver este conflicto tengo que invocar a Albert Einstein:

«Ningún problema puede ser resuelto en el mismo plano de pensamiento en el que fue creado»

Albert Einstein

En efecto este conflicto es irresoluble si nos restringimos a una sola variable: más o menos impuestos, más o menos Estado. En cambio tiene, a mi juicio, solución, si consideramos otra variable: la escala, el tamaño de la unidad político/social: familia, amigos, comunidad, ciudad, región, estado.

Estoy convenido de que quienes estamos en el campo liberal seríamos menos combativos respecto de las políticas y tipos impositivos si estos revirtieran (mayoritariamente) en aquellas localidades, comunidades o causas que nos son más próximas. Si tuviésemos mayor capacidad de decidir.

Porque se puede ser comunista a escala de la familia y amigos, socialista a escala local, conservador a escala regional y liberal a escala estatal.

Más «casillas de la Iglesia» que marcar. Más «cara y ojos». Menos abstracción, burocracia e intermediarios a nuestro esfuerzo fiscal. Menos problema de agencia. Menos «los impuestos se imponen». Menos trágala.

4 comentarios en «El localismo (fractal) como remedio a la polarización política»

  1. Me encanta esta aportación. Y me encanta por varios motivos. El primero, que surja de un debate entre dos articulistas del medio con puntos de vista diferentes acerca de la concepción del ser humano y de la sociedad. El segundo porque entronca con otro de los aspectos teóricos que se han tratado recientemente, me refiero al artículo de Adrián López Valero, «Socialismo y bondad (1)». Y el tercero, porque se centra en uno de mis habituales ámbitos de reflexión. Centrándonos ya en esto último paso a exponer mi punto de vista al respecto. Mi concepción de la persona y la sociedad parte de la filosofía política de Spinoza. Según este autor, el hombre no es ni bueno ni malo por naturaleza. En su Estado natural las personas buscan solo lo que les apetece, en ese sentido, esto estaría cerca del punto de vista de Caesaraipse. Sin embargo, Spinoza, indica que vivir en ese estado natural sería imposible para el hombre. Y como consecuencia de ello surge lo que podemos llamar el Estado político que es aquel en el que los humanos fijan normas para hacer sostenible su vida social. Ahí es donde unos podrían ya pensar que unas normas son mejores que otras. Yo en esto estoy con Manuel Osuna, pienso que un Estado que fomente la solidaridad es mejor para el desarrollo humano y, por tanto, la persecución de reglas que lo hagan posible es una meta política a conseguir. Sin embargo, coincido con Caesaripse en que el modo en que el Estado ha tenido de desarrollarse en los últimos años ha producido un innecesario engordamiento y una extrema burocratización que ha fomentado la creación de una nueva clase que vive solo a expensas de las dádivas estatales (sea como miembros del Estado, sea como beneficiaria de su solidaridad no siempre bien entendida). Por todo ello creo que esta teoría del localismo fractal, que en última instancia, no deja de ser una nueva forma de federalismo, es más que bienvenida y habrá que profundizar en su desarrollo conceptual.

    1. La solidaridad es uno de los pretextos para recaudar unos impuestos que luego los gobernantes aplican donde y como les da la gana. Y ciertamente esa gente no es de fiar por lo que, más que fomentar la solidaridad, consiguen el efecto contrario. La sociedad es, de manera natural, solidaria porque la mayor parte de las personas empatizan con el sufrimiento ajeno y sobre todo cuando les es próximo.

      El localismo fractal no es federalismo, al menos del tipo que se ve por el mundo o el que se propone para España. En España lo que se ve o propone es una suerte de liga difusa de mini estados lo cual es, posiblemente, incluso peor opción que un estado totalmente centralizado.

      Por ejemplo, a mi juicio la defensa de las libertades fundamentales de los individuos se hace muy mal a pequeña escala; y me baso en la experiencia española con el caciquismo o con la situación de los constitucionalistas en Cataluña o País Vasco.

      En cambio en muchos casos la gestión de los recursos puede hacerse mucho mejor mediante un modelo descentralizado. Ojo, no en todos: si domina la homogeneidad posiblemente las economías de escala proporcionen ventajas que neutralicen las de una gestión descentralizada.

      No, el localismo fractal parte del reconocimiento que cada problema tiene una escala (tamaño) natural en el que resolverse, que puede ser tanto a la escala del individuo como la del estado o a escala global, y a cualquier otra escala intermedia. Y todas esas escalas deben estar, como diría Ortega y Gasset, vertebradas.

      Mejor expresado en esta entrada de Joe Norman (en inglés):

      https://appliedcomplexity.substack.com/p/localism-is-coming?r=iplb

  2. Interesante cruce de mensajes que tuvimos a cuenta del economista liberal Juan Rallo y del Papa. Me pareció necesario denunciar la respuesta del economista, a mi modo de entender puro marketing liberal, a un tuit en el que lo único que el Papa pedía a los jóvenes es que pusieran la fraternidad en el centro de la economía (releamos el tuit si es necesario). Juan Rallo aprovechaba un mensaje sencillo acorde con una persona religiosa para introducir su ideología sabiendo que el Papa tiene millones de seguidores (18,7 millones frente a los 325 mil de Juan Rallo), muchos de ellos españoles.
    Me parece buena aportación que traigas aquel cruce de mensajes a Poliloquios porque es un claro ejemplo de que se pueden tener discusiones ideológicas respetuosas. Además, también lo leí con especial interés ante un título que sugiere una propuesta que pudiera encontrar un remedio a la polarización política. Pero ni el original formato comentando los tuits (no todos los que se cruzaron) ni la posible solución propuesta (localismo fractal) dejan entrever que nuestras posturas puedan dejar de ser irreconciliables. Aunque discrepo en que sean polarizadas.
    Sobre el formato, quiero decirte que me parece original, pero con contenido mediatizado por tu visión. Es lógico y tengo claro que no hay ninguna mala intención en ello, porque es un análisis que realizas tú de esa conversación. Pero estarás de acuerdo en que mis opiniones quedan limitadas a lo escrito en cada tuit, mientras que las tuyas son ponderadas y ampliadas con explicaciones y conclusiones que, en este formato, desequilibran la visión que el lector puede tener de nuestros argumentos. Además, pese a no ser un cruce de tuits muy largo faltan algunos de ellos (solamente has dejado fuera tres o cuatro) que pueden ser significativos para entender respuestas posteriores que sí aparecen. Muestro algunos de ellos que me parecen significativos.

    «Manuel
    @MOSUNAQUI
    El amor propio valora nuestras acciones y productos pero no se opone a la solidaridad hacia quien no tienen medios para vida digna.Ese amor propio,carente de solidaridad,se convierte en egoísmo.El esfuerzo y la recompensa por él no se opone a la aportación a un Estado solidario.»

    En este tuit, que no incluyes en el artículo, quería mostrar que el amor propio del carnicero o del panadero no se oponen al concepto de fraternidad, que el Papa pide que nuestros jóvenes pongan en el centro de la economía. Cuando el Sr. Rallo traslada al Papa (mejor dicho a sus propios seguidores) las ideas de su dios Adam Smith con “No apelamos a su humanidad sino a su amor propio y nunca les hablamos de nuestras propias necesidades sino de sus ventajas” lo que está haciendo es poner en valor los beneficios individuales de ese amor propio. Esta teoría sólo evidencia que el amor propio es necesario para el crecimiento individual y colectivo. Pero no evidencia que ese necesario amor propio sea contrario o incompatible con la solidaridad colectiva y fraternidad que propone el Papa a este panadero o carnicero aportando una pequeña parte de esas “ventajas” al bien de la colectividad y de los más necesitados. Ese amor propio, si se aísla de esta solidaridad, en mi opinión, está muy cerca del egoísmo.

    En otro tuit posterior (que tampoco citas en el artículo) aclaro aún más mi pensamiento sobre esto:
    «Manuel
    @MOSUNAQUI
    Estarás de acuerdo entonces en que la solidaridad no está reñida con el progreso individual. ¿Por qué sacar esta cita entonces? Evidentemente la ideología neoliberal centra su marketing en el beneficio individual, por encima del social, como intenta hacer el Papa.»

    Tampoco digo en ningún momento que perseguir el interés propio es negativo para la sociedad como indicas en el artículo: “Pero esto no bastó a mi colega Manuel Osuna; para él perseguir el interés propio es intrínsecamente negativo para la sociedad y condena a una parte de la sociedad a una suerte de ostracismo social”.
    Creo que ha quedado claro en mis dos tuits anteriores que esa aseveración sobre mi animadversión hacia el amor propio no se corresponde con mis palabras. Por si acaso quedan dudas, si leemos correctamente mi mensaje (que sí incluyes en tu artículo) lo que digo es que “si basamos la economía en el propio interés”. Es decir, si el crecimiento de la economía no tiene contrapesos a ese “propio interés”, que busquen asegurar unos mínimos vitales a toda la sociedad, muchas personas pueden quedar fuera de juego. Para mí el “propio interés” es tan fundamental y positivo como una solidaridad colectiva gestionada por el estado y no dependiente de la caridad individual en forma de limosnas. El “propio interés” es el motor más valioso de la economía, la “protección solidaria” (forzada o libre) de los más débiles es el contrapeso imprescindible.

    Siguiendo con el artículo, escribes que la imposición limita la solidaridad natural y espontánea. ¿Crees de verdad que la no imposición generaría más solidaridad con quienes menos tienen?, por poner una comparación significativa ¿crees que los no fumadores habríamos dejado de respirar humo en oficinas o áulas universitarias sin imposición, por la solidaridad natural y espontánea de los fumadores?

    Continuo. No, no es que quiera que el dinero de los impuestos llegue a todo el mundo. Es algo que ya sucede porque todos disfrutamos de sanidad o educación pública, buenas vías de comunicación, protección al desempleo, …. Lo que quiero es que este estado del bienestar no se pierda y se mejore en lo posible. Y, sobre todo, que nadie quede fuera de él. Ciertamente, en una sociedad tan compleja, e individualmente tan egoísta, es difícil que ningún burócrata ni no burócrata haya encontrado la forma de evitar con claridad que haya abusos con las ayudas, pero es básico que quien la necesite la reciba. Porque vivir con un poco menos cuando tienes más de lo necesario es posible, incluso hasta se puede ser feliz. Vivir sin nada hace imposible no solo ser feliz, sino vivir. Ciertamente la labor más importante es hacer mas eficiente el reparto de esa solidaridad impuesta, pero desde luego no creo que la solidaridad natural y espontánea lo consiga mejor que un estado vigilado, auditado y transparente. ¿Qué no existe? Intentémoslo. ¿Qué costará? Seguro. Es mi opción.

    1. Es mas fácil aceptar «imposiciones» cuando los efectos positivos están acotados a una geografía/comunidad y su impacto es más directo y tangible. Por eso pienso que el concepto de localismo fractal puede contribuir a reconciliar posiciones que son muy divergentes por principio. En numerosas ocasiones me he encontrado en situación en las que me encuentro en desacuerdo con el diagnóstico pero, en cambio, en coincidencia con el remedio a aplicar.

      En efecto el propósito de esta entrada no era «seguir la discusión por otros medios» y por eso no he reproducido todos los tuits que nos cruzamos, solo los más representativos para que pudieran entenderse los puntos de discrepancia y describir como, a mi juicio, podrían resolverse si se llevan a la escala adecuada. En todo caso te pido disculpas si consideras que no he reflejado tu posición correctamente.

      No puedo negar que los resultados de determinadas medidas coercitivas han sido claramente positivos. Has puesto el ejemplo de las restricciones al tabaco, podríamos incluir también el carnet por puntos, por ejemplo. Creo que responden más al concepto de imposición acotada con impacto directo y tangible que es más fácil de asimilar para mentalidades liberales como la mía, aunque solamente sea por sus resultados.

      Pero para mi ambos casos responden mejor al concepto de como regular el uso de espacios compartidos por todos, no al valor de solidaridad que lo entiendo como ayudar a quien verdaderamente necesita ayuda. No me parece que un Estado o cualquier organización de un cierto tamaño sean ni eficaces ni eficientes haciendo ese trabajo porque inevitablemente surgen problemas de agencia que no hay auditor, policía o juez que desentrañe.

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